Existen dos tipos principales de colesterol: colesterol bueno (HDL) y colesterol malo (LDL).
Lipoproteínas de alta densidad (HDL), se llama colesterol “bueno” porque transporta el colesterol de los tejidos al hígado, siendo eliminado del cuerpo.
Lipoproteínas de baja densidad (LDL), se llama colesterol “malo” porque un nivel alto, lleva a una acumulación de colesterol en las arterias (aterosclerosis).
Colesterol Malo (LDL)
Las lipoproteínas de baja densidad del colesterol (LDL) es un factor importante al evaluar el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón. Las partículas de LDL, son pequeñas, densas y aterogénicas, que aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV).
La evidencia de que la reducción del colesterol LDL en el plasma reduce el riesgo de ECV es inequívoca. Según la Sociedad Europea de Cardiología, los resultados de estudios epidemiológicos, así como ensayos con objetivos angiográficos y clínicos confirman que la reducción del colesterol LDL debe ser una preocupación primordial en la prevención de las enfermedades cardiovasculares.
Colesterol Bueno (HDL)
El colesterol bueno o HDL lipoproteína de alta densidad, que cumple la función de barrer el exceso de colesterol de nuestros tejidos, arterias y otros vasos sanguíneos. Primero es metabolizado en el hígado y a continuación, es eliminado del organismo.
Los niveles de colesterol bueno son un indicio de la actividad de la HDL, lipoproteína que “limpia” las paredes arteriales de posibles depósitos de colesterol. De esta forma, se evita que puedas sufrir una posible isquemia o incluso, un infarto de miocardio.
Dislipidemia
La dislipidemia o hiperlipidemia es un término que se emplea para definir el aumento de la concentración plasmática de colesterol y lípidos en la sangre, y es una condición que se encuentra asociado al desarrollo de una gran cantidad de padecimientos crónico degenerativos como obesidad, hipertensión, diabetes mellitus, infarto agudo al miocardio, eventos vasculares cerebrales y otros, los cuales están implicados en una disminución en el tiempo y calidad de vida de los pacientes que lo padecen.
Causas
Existen ciertos tipos de dislipidemia cuyo origen puede ser hereditario, aunque buena parte de las causas se asocian con el comportamiento, como ciertos hábitos poco adecuados y dietas nada saludables.
Factores de riesgo
Así pues, el sedentarismo, las dietas ricas en grasas o el tabaquismo, son factores de riesgo importantes para desarrollar la enfermedad y otras. De modo secundario también pueden aparecer enfermedades cardiovasculares, como la diabetes, el hipotiroidismo o la obesidad.
El colesterol LDL, conocido como “colesterol malo”, es el encargado de transportar la mayoría de los lípidos por la sangre y distribuirlos a los tejidos. Cuando la circulación es excesiva, se acumula en las paredes de los vasos sanguíneos, con la consiguiente formación de placas arterioscleróticas que impiden el flujo normal de sangre hacia los tejidos.
El “colesterol bueno”, HDL, es el encargado de atrapar el colesterol LDL que circula por la sangre y conducirlo hacia el hígado, protegiendo al organismo de sus efectos nocivos. De ahí que para evitar la aterosclerosis se necesita mantener una proporción alta de HDL y baja de LDL.
La dislipidemia se diagnostica midiendo la concentración de colesterol, triglicéridos, colesterol malo (LDL) y colesterol bueno (HDL). Si su concentración de triglicéridos es mayor a 150 mg/dl, su colesterol mayor a 200 mg/dl o su colesterol HDL menor a 40 mg/dl, usted requiere consultar con un especialista.
Síntomas
Sobre las causas de la dislipidemia se encuentran la condición genética, estilo de vida y otras, que “en la mayoría de los casos se debe a una alimentación rica en colesterol que va a propiciar el depósito de placas de grasa en las arterias.
En otros casos, se genera por un problema en el metabolismo de los pacientes, ya que no destruyen el colesterol malo (LDL) y lo depositan precozmente en las arterias. También hay otros pacientes que tienen trastornos mixtos, es decir, componentes genéticos y la dieta.
Otros tipos de dislipidemia se deben a trastornos digestivos, hepáticos o de la glándula tiroides, los que interfieren con la formación y con la desintegración de los lípidos. Generalmente esta condición no produce síntomas, pero en los casos de triglicéridos muy elevados el paciente puede padecer dolor abdominal, fatiga, zumbido de oídos y dolor ardoroso en miembros inferiores.
La detección, se da cuando la enfermedad ya se encuentra en una etapa avanzada, manifestándose entonces los síntomas derivados de las complicaciones asociadas a la enfermedad. Entre los más graves destacan los infartos cerebrales (ACV), la pancreatitis aguda o las enfermedades coronarias.
Prevención
- Es fundamental realizar exámenes periódicos y seguir las siguientes recomendaciones:
- Realizar ejercicios regularmente.
- Vida saludable, que debe excluir el consumo de grasas saturadas y azúcar refinada.
- Adicionando más frutas, verduras, proteínas magras, Omega3 y granos integrales.
- Sustituir todo tipo de grasas animales por aceite de oliva, paltas o almendras como fuente alternativa de grasas.
- Reducir el consumo de alcohol.
- Dejar de fumar.

Paula Rojas Hormazábal
Instructora en Primeros Auxilios, RCP y DEA. Técnico en Enfermería de Nivel Superior. Experto Técnico en Prevención de Riesgos. Heartsaver CPR /AED/ First-Aid Heart Center, National CPR Foundation. Cursos de Especialización en Harvard University, Medical School, Estados Unidos. Colegiada en Colegio Nacional Paramédico y TENS de Chile.