En el mundo de la enfermería, existen una serie de enfermedades que son frecuentes debido al contacto continuo con pacientes enfermos. Algunas de las enfermedades más comunes a las que están expuestas las enfermeras son la gripe, enfermedades respiratorias, infecciones cutáneas, dolores de cabeza y trastornos musculoesqueléticos debido al manejo de pacientes y el levantamiento de objetos pesados.
Además, las enfermeras también se encuentran en riesgo de contraer enfermedades infecciosas tales como la hepatitis B, C y tuberculosis. Es por ello que las enfermeras deben utilizar equipo de protección personal, seguir los protocolos y medidas de seguridad recomendadas, mantener la higiene adecuada y vacunarse contra enfermedades infecciosas. Es importante que los empleadores y hospitales establezcan medidas concretas para la protección de los trabajadores de la salud.
Las enfermedades vasculares son aquellas que afectan al sistema circulatorio y vascular del cuerpo humano. Estas enfermedades son causadas por una variedad de factores, desde la edad hasta el estilo de vida, pasando por la genética.
Entre las enfermedades vasculares más comunes se encuentran la hipertensión arterial, la enfermedad arterial periférica, los accidentes cerebrovasculares, los aneurismas, la arteritis y la trombosis venosa profunda.
Las enfermedades vasculares pueden ser muy peligrosas si no se tratan adecuadamente. Algunos de los síntomas más comunes incluyen dolor en las extremidades, dificultad para respirar, mareos y debilidad.
Es importante llevar un estilo de vida saludable para prevenir el desarrollo de estas enfermedades, lo que incluye realizar actividad física regulada, seguir una dieta balanceada, no fumar y controlar el nivel de estrés. Si se presenta alguno de los síntomas, es fundamental acudir al médico para recibir el tratamiento adecuado.
La obesidad es una enfermedad crónica que se produce cuando una persona acumula una cantidad excesiva de grasa en el cuerpo. Se considera un problema de salud global debido a su prevalencia y a las consecuencias negativas que tiene para la salud. El exceso de peso aumenta el riesgo de desarrollar diversas enfermedades, como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer y problemas respiratorios, entre otros. La obesidad puede ser causada por factores genéticos, ambientales y comportamentales, por lo que se necesita una estrategia integral para abordar esta enfermedad. La prevención es fundamental y se recomienda fomentar un estilo de vida saludable, que incluya una alimentación equilibrada y la práctica regular de actividad física. Es importante reconocer los síntomas de la obesidad y buscar ayuda médica para prevenir complicaciones.
La diabetes es una enfermedad crónica que afecta la capacidad del cuerpo para producir o utilizar la insulina de manera efectiva. La insulina es una hormona que ayuda a regular los niveles de azúcar en la sangre, pero en las personas con diabetes, el cuerpo no produce suficiente insulina o la insulina que produce no puede regular efectivamente los niveles de azúcar en la sangre.
Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo 1 y Tipo 2. La diabetes tipo 1 es un trastorno autoinmunitario que suele desarrollarse en la infancia y requiere terapia de insulina de por vida. La diabetes tipo 2 es más común y suele desarrollarse en la edad adulta, a menudo debido a hábitos de vida poco saludables como una mala dieta y falta de ejercicio.
La diabetes no tratada puede provocar complicaciones graves, incluyendo daño nervioso, daño renal, ceguera y un mayor riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. El tratamiento típicamente implica cambios en el estilo de vida, como ejercicio y una dieta saludable, junto con medicamentos, terapia de insulina o una combinación de ambos.
Las enfermedades respiratorias son trastornos que afectan a los órganos y tejidos que participan en la respiración, como los pulmones, la nariz, la garganta y la tráquea. Estas enfermedades pueden ser causadas por diferentes factores, como infecciones virales o bacterianas, alergias, contaminación ambiental o inhalación de sustancias tóxicas.
Entre las enfermedades respiratorias más comunes se encuentran el asma, la bronquitis crónica, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la neumonía y la gripe. Los síntomas pueden variar desde la dificultad para respirar, tos, fiebre y dolor en el pecho hasta la producción excesiva de flema.
La prevención es fundamental para evitar estas enfermedades, siendo una buena higiene personal y respiratoria, evitar fumar y mantener una buena salud general las principales medidas a tomar. En caso de presentar síntomas persistentes, es importante buscar atención médica para recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados.
El asma es una enfermedad respiratoria crónica caracterizada por la inflamación y estrechamiento de las vías respiratorias, lo que dificulta la respiración. Los síntomas incluyen silbidos en el pecho, opresión en el pecho, falta de aire y tos. En casos graves, puede ser mortal y requerir tratamiento de emergencia.
Aunque no hay cura para el asma, se puede controlar con medicamentos como corticosteroides inhalados, broncodilatadores y modificadores de leucotrienos. Los cambios en el estilo de vida, como evitar desencadenantes como el humo, el polen y el polvo, también pueden ayudar a mejorar los síntomas. Se recomienda encarecidamente dejar de fumar para aquellos con asma.
El seguimiento regular y seguir un plan de tratamiento, incluido un plan de acción para el asma, son importantes para controlar el asma y prevenir las exacerbaciones. Es esencial trabajar en estrecha colaboración con un profesional de la salud para encontrar un plan de tratamiento individualizado para un control óptimo de los síntomas. Al controlar el asma de manera efectiva, las personas con asma pueden tener una vida saludable y activa.
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una afección respiratoria crónica que se caracteriza por una obstrucción al flujo de aire en los pulmones. Los principales factores de riesgo de la EPOC son el tabaquismo, la contaminación del aire y la exposición ocupacional a sustancias tóxicas. Los síntomas incluyen tos, producción de esputo, dificultad respiratoria y opresión en el pecho.
Aunque la EPOC no tiene cura, el tratamiento puede ayudar a aliviar los síntomas y reducir la progresión de la enfermedad. Los tratamientos incluyen broncodilatadores, corticosteroides inhalados, terapia de oxígeno y rehabilitación pulmonar.
Es importante que las personas con EPOC eviten los factores que pueden empeorar sus síntomas, como el humo del tabaco y la contaminación del aire. Además, deben seguir un plan de tratamiento y tener un buen manejo de su salud general para mejorar su calidad de vida.
La gripe, también conocida como el resfriado común, es una infección viral que afecta las vías respiratorias superiores (nariz y garganta). Los síntomas incluyen estornudos, secreción o congestión nasal, tos, dolor de garganta y fatiga. La gripe es altamente contagiosa y se propaga fácilmente de persona a persona, especialmente a través del contacto cercano o al tocar objetos contaminados. Es más común durante los meses de otoño e invierno. El tratamiento generalmente implica descanso, líquidos y medicamentos de venta libre para aliviar los síntomas, como analgésicos y descongestionantes. Los antibióticos no son efectivos contra los virus y solo deben usarse si hay una infección bacteriana secundaria. Las medidas preventivas incluyen practicar una buena higiene, como lavarse las manos con frecuencia, evitar el contacto cercano con personas enfermas, cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar y evitar tocarse la cara con las manos no lavadas.
La enfermedad hepática se refiere a cualquier tipo de trastorno o lesión en el hígado. La causa más común de la enfermedad hepática es el abuso del alcohol, pero también puede ser causada por una variedad de otras condiciones y enfermedades, como la hepatitis B y C, la enfermedad del hígado graso no alcohólico, la cirrosis y ciertos medicamentos. Los síntomas pueden incluir fatiga, pérdida de apetito, dolor abdominal, ictericia y acumulación de líquido en las piernas o abdomen. La enfermedad hepática puede ser grave y potencialmente mortal si no se trata, pero muchas de las causas subyacentes pueden ser tratadas o manejadas con cambios en el estilo de vida y medicamentos. Si sospechas que tienes una enfermedad hepática, es importante que consultes con tu médico para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados.
El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que percibimos como amenazantes o desafiantes. Puede ser útil en ciertas dosis, ya que nos ayuda a estar alerta y a enfrentar cambios y desafíos. Sin embargo, una cantidad excesiva de estrés crónico o recurrente puede tener efectos negativos en nuestra salud física y mental. Entre los síntomas del estrés se encuentran la fatiga, la ansiedad, la irritabilidad, problemas de sueño, dolores de cabeza, problemas digestivos, entre otros. Es importante manejar adecuadamente el estrés para prevenir sus consecuencias negativas. Algunas estrategias pueden ser la práctica tener un estilo de vida saludable, realizar actividades relajantes, establecer horarios de descanso, ejercitarse, tener una dieta equilibrada, y pedir ayuda en caso de necesitarlo.

Paula Rojas Hormazábal
Instructora en Primeros Auxilios, RCP y DEA. Técnico en Enfermería de Nivel Superior. Experto Técnico en Prevención de Riesgos. Heartsaver CPR /AED/ First-Aid Heart Center, National CPR Foundation. Cursos de Especialización en Harvard University, Medical School, Estados Unidos. Colegiada en Colegio Nacional Paramédico y TENS de Chile.
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